Tal vez voy a morir solo, ya me acostumbré a eso.
¿Podría ser que esté exagerando? Ni yo mismo lo sé. Mi vida la he pasado confiando en las personas, para luego darme cuenta que hacer eso es absurdo, porque si se confía alguien termina lastimado, y ese alguien suelo ser yo, por lo que decidí no hacerlo. Pero cuando te encuentras despierto a la medianoche pensando en todas las cosas que quieres decir pero por no tener a quien no lo haces, tus pensamientos se acumulan,
y acumulan,
llenando tu cabeza,
hasta que ya no pueda más.
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Solía creer que con sólo rodearme de personas cambiaría mi sentimiento de soledad, pero que equivocado estaba.
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¿Pero que pasa cuando alguien aparece y no se va? Esa persona a la que no le importa tus extraños hábitos y peculiar forma de actuar y hablar, esa persona que se queda a tu lado aunque no se lo pidas porque sabe muy bien que lo necesitas.
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Pasé algunos años de mi vida rodeado de personas que no lo parecían, seres que se apuñalaban por la espalda para luego invitarles a cenar, pero mi raciocinio no funcionaba porque no fue hasta después que pude ver a esas personas tóxicas, luego de que me hicieran daño. ¿Pero que se puede esperar cuando buscas compañía y aceptas todo lo que llegue aunque no sea lo mejor para ti? Cuando aceptas todas esas puñaladas sin levantar siquiera la mano de regreso, porque tenía miedo, temía a la soledad aunque siempre estuvo conmigo.
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Después de esas malas experiencias me di por vencido, probablemente había nacido para estar solo, sólo tenía que aceptarlo, dejar que penetre mi mente y darme por vencido. Porque la soledad no es mala, ¿no es así? Estar solo evitaba engaños, decepciones y no tenías que esperar nada de nadie. Todo estará bien, moriré sólo, y eso está bien.
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Después de haber tenido mi epifanía mi vida se balanceó un poco, no tendría que preocuparme si alguien me ve comiendo solo o que tan extraño debo lucir paseando por el centro comercial sin nadie, nada de eso importaba ahora que había abrazado mi soledad, estaría así siempre, o eso creía.
Conocí a unas personas, quisiera o no las conocí y terminé de alguna extraña forma con ellos, un poco perdido y fuera de lugar al no estar acostumbrado a la atención que me daban, «¿por qué quieren estar conmigo?», pensé unas cuantas veces, no era una persona realmente interesante y no me esforzaba por lograr algo, y aún así ellos se quedaron. Me tomó un poco de tiempo, el dejar de pensar que mi existencia era un mero error y que, si era un error entonces no tendría por qué intentar no ser uno pero ellos me mostraron lo contrario. Por primera vez tuve a alguien escucharme por más de unos segundos, alguien a quien no le molestaba si hablaba más de lo normal o si tartamudeaba como siempre lo hacía, tenía a alguien que me sostenía fuerte cuando me rompía y volvía a colocar las piezas en su lugar, alguien que me animaba a seguir viviendo y sonriendo una vez más.
Y en ese momento, fue cuando lo entendí.
No quiero morir solo.
No quiero morir.